Los mitos nórdicos de la creación están dominados por la presencia de elementos de la naturaleza que formaban parte del entorno en el que vivían los pueblos nórdicos. El origen de la vida, la formación del universo y el nacimiento de los cuerpos celestes es el resultado de una dramática colisión entre el frío y el calor, inspirado seguramente en la actividad volcánica de la región.
En un principio de los tiempos sólo existía un gran vacío con el nombre de Ginnungagup. Al norte del abismo se formó una región de nubes y sombras llamadas Niflheim, un mundo de hielos, frío y niebla. En el Sur se formó la tierra del fuego, Muspellsheim. En medio de ambas se encontraba Hvergelmir, un manantial del que emanaban 11 ríos de agua glacial. A medida que los ríos fueron alargando su cauce los sedimentos venenosos que iban depositando empezaron a endurecerse y a convertirse en hielo, capa tras capa, llegó un momento que cubrió a Ginnungagup, el abismo se llenó de gélida escarcha. La región norte del gran vacío empezó a emanar un frío gélido procedente de Niflheim y la región del sur del gran vacío empezó a calentarse por la acción de las chispas y viento cálido procedente de Muspellsheim, cuando el hielo se encontró con el calor empezó a fundirse se dio origen a la humedad de la vida en el Ginnungagup.
Con las gotas resultantes surgió Ymir, un gigante primigenio de escarcha, el primero de todos los seres vivientes. A medida que se fue fundiendo, del hielo surgió también una gran vaca gigante llamada Audumla, e Ymir apago su sed en uno de los cuatro manantiales de leche que fluía de la criatura. Cada uno de estos seres primarios tuvieron hijos de forma asexual: Ymir a partir de su propio sudor y sus pies, y Audumla lamiendo las sales de las piedras y el hielo.
A Ymir le nacieron de su sudor bajo los brazos un hombre y una mujer, una pareja de gigantes, estos tuvieron una hija llamada Bestla, y uno de sus pies engendró un gigante con el otro. Mientras que Audumla vivió lamiendo la escarcha en las rocas salobres, de donde surgió poco a poco el primer hombre, Buri, el procreador, que engendró a un hijo Borr, el cual tomó por mujer a Bestla. De este matrimonio nació la raza de los dioses llamados ases: Odín, Vili y Ve, quienes muy pronto se volvieron en contra de la raza de los gigantes exterminándolos a todos menos a dos, que escaparon para perpetuar la raza.
Tras la batalla, Odín y sus hermanos mataron al gigante Ymir, tomaron el cadáver del gigante Ymir y lo llevaron al gran abismo para comenzar la creación del mundo habitable, de su cuerpo y pies crearon la tierra, se su sangre y sudor los océanos y mares, de su cráneo el cielo, de sus huesos las rocas y las montañas, de su pelo la vegetación y los bosques, con sus dientes los acantilados, donde también colocaron las cejas para hacer de frontera con el mar y el inhabitable exterior, de su cerebro las nubes, de su calavera la bóveda de cielo, que atestaron de brillantes chispas de los fuegos de Muspellsheim, estas chispas son las estrellas y los planetas, Al colocar la bóveda del cielo con el cráneo del vencido, sus sesos se esparcieron por el aire dando lugar a las nubes.
Del Suelo brotó Yggdrasill, el gran fresno, cuyas poderosas ramas separaban los cielos de la tierra y cuyo tronco constituía el eje del universo. De hecho en algunas leyendas Yggdrasill es el mundo mismo. Nadie podría narrar su grandeza. Sus raíces se hincan en las profundidades, más allá de las raíces de las montañas y sus perennes hojas atrapan las estrellas fugaces según pasan.
El hombre y la mujer fueron creados a partir de los troncos de dos árboles inertes. Odín les infundio la vida. El dios Hoenir les dotó de alma y capacidad de juicio. Lodur les dio calor y belleza. El hombre fue llamado Ask (de Ash, ceniza) y la mujer Embla (parra), y de ellos desciende la raza humana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario